domingo, 28 de junio de 2020

Personajes femeninos en el anime

¡Hola, chicos!

Igual que en la última entrada, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que publiqué algo aquí. En esta ocasión tengo ganas de hablar sobre un asunto importante en el tema de la literatura, pues además de escribir fanfics, quiero ser una gran escritora y sacar mi propio libro lo más pronto posible.

Llevo un año estudiando la carrera de literatura, así que creo que puedo abrir este tópico diciendo que, para que una obra tenga buenos personajes, primero tiene que tener un concepto sólido. Debe tener bases argumentales para que, a la hora de crear personajes, la aparición y el desarrollo de estos sea coherente.

Por supuesto, para tener un buen juicio de lo que es coherente, el espectador tiene que considerar la fecha y sitio de publicación y, en el caso del anime, también el de emisión. ¿Por qué? Porque si se juzga una obra de oriente y a sus elementos desde el criterio occidental, no vamos a llegar a ninguna parte, y es ahí el momento en el que no nos cabe en la cabeza cómo historias como Dragon Ball tuvieron éxito a pesar de su escaso desarrollo de personajes femeninos.

Ello se debe a que, retomando Dragon Ball, la trama no necesitaba personajes femeninos desarrollados; tan sólo se necesitaba una figura femenina que mantuviese al público a la expectativa, porque quizás una historia únicamente con hombres no sería atractiva para el público masculino.

Es entonces cuando toma sentido la existencia de personajes como Bulma, que desde sus inicios era extravagante (según los estándares de la época y el lugar, una cualidad inherente a la mujer) y el polo opuesto de Goku (un varón puro en sus sentimientos, simplón y fuerte), además del anclaje de otros personajes como Yamcha, debido a sus cualidades físicas/intelectuales atractivas para un hombre.

Con el tiempo y la notoria popularidad global que alcanzó la serie, en parte gracias a la figura femenina, fue que se introdujeron nuevos personajes mujeres que siguieron un patrón argumental o visual igual a Bulma, como Launch, pero que, por cosas del destino, tuvieron un mejor recibimiento en el futuro, porque tenían una cualidad que Bulma no desarrolló sino hasta mucho después: carácter.

Si bien Bulma no era sumisa, solía usar ese carácter para su beneficio personal, llegando a ser berrinchuda y manipuladora para conseguir cosas muy superficiales. Otro ejemplo de personalidad fuerte mal empleada al inicio es Usagi/Serena de Sailor Moon.

No se trata de si la niña aún es joven y por eso sus reacciones son naturales o realistas, porque entonces ni la misma historia tendría sentido (una niña guerrera y defensora del universo); se trata de que el personaje tenía que ser fuerte para imponerse, pero todavía es una fuerza bruta, un carácter fuerte que no va a ningún lado.

Posteriormente se dejó ver que un personaje femenino podía ser muy querido no sólo por ser lo que actualmente llamamos fanservice, y lo digo en ambos sentidos; ya no tenía que ser una chica ridículamente atractiva o joven, ni tampoco alguien extremadamente inteligente o fuerte de temperamento, por no hablar aún de la fuerza física.

De a poco aparecieron personajes más entrañables como Ami o Rei, refiriéndonos a Sailor Moon, o Kumi en Captain Tsubasa. ¿Cuál fue el problema, llegados a esta instancia? Que son personajes secundarios. En su planeación, la obra no contemplaba a estos personajes como relevantes para el argumento principal, la trama que mueve al anime. Es por eso que, no importa que tan bueno pueda ser un personaje secundario, no debe tener más poder, más peso en la historia que el protagonista.

Sin embargo, este error ya ha sido cometido muchas veces y es cuando los espectadores nos llevamos las peores decepciones, porque especialmente los personajes femeninos son condenados a seguir dos rumbos: o son dejados atrás sin motivo aparente, o son forzados a tomar papeles que no les corresponden y el/la autora nos deja la impresión de que ha perdido el control de sus protagonistas y, con ellos, de su historia.

Ahora, la razón de que esto suceda más frecuentemente con el papel femenino es, en primer lugar, por la cultura. En Japón nunca fue necesario dar un papel sumamente relevante a la mujer en sus historias para que éstas trascendieran, como he mencionado ya en Dragon Ball, Captain Tsubasa o Slamp Dunk.

Con relevante no me refiero a lo que el personaje hace o deja de hacer, sino a si es reemplazable el rol que desempeña, por ejemplo: en Sailor Moon, es la versión femenina de un guerrero la protagonista, no Usagi. Usagi no madura, sino que se transforma en alguien muy diferente a lo que se ve al inicio, de manera que no hay un punto de cohesión entre quién es ella y quién Sailor Moon.

No hay un momento en que podamos entender que las decisiones que toma Usagi son así porque sólo Usagi podía haberlas tomado, no alguna otra sailor scout con el papel de Sailor Moon; sus decisiones fueron esas porque el guión lo quiso y ya.

El segundo factor que impide el correcto desarrollo de las mujeres en el anime es el destinatario. Cuando el autor crea su obra, se dirige en primer lugar a un público japonés, masculino y joven que ya tiene inculcados sus valores y conceptos morales y éticos, por lo que la trama, como en muchas caricaturas de todo el mundo, es una idealización fantasiosa en la que se plasman las enseñanzas de la cultura sin habérselo propuesto.

El objetivo voluntario es entretener y hacer de los protagonistas el modelo perfecto para sus espectadores: es crear un perfil de identificación lo suficientemente atrayente para una audiencia numerosa, sobre todo en la época de producción masiva y competencia actual.

Por último, el tercer factor que impide el correcto desarrollo femenino, sobre todo de protagonistas, es que se requiere un conocimiento y habilidad literaria considerable para sobrellevar una historia, en especial si es larga e intenta ser original (es decir, no guiarse en los modelos de éxito, riesgo que no siempre resulta en algo bueno), y con ello justificar las razones por las que el personaje sería único, relevante, no reemplazable y no bastaría poner un hombre en su lugar para generar el mensaje, esencia y buena recepción que el anime tendría gracias a ella.

Básicamente, el guionista debe ser lo suficientemente bueno para no perder el control de las publicaciones con toda la presión que la editorial y/o estudio le pone encima, porque, aunque la historia es el punto de partida del anime, no lo es todo; tiene que convencer al resto del equipo de que su obra valdrá la pena, o podría enfrentarse al desprestigio y otros problemas laborales, económicos y legales.

Quiero terminar con una nota que no sé si los críticos ya hayan considerado: en lo único que se parece el lanzamiento de un anime al de un libro es en el hecho de estar a disposición del equipo, que a su vez depende de lo que el público local pida, y en tener que esperar a que los consumidores hagan lo que se supone que hacen para que el autor crezca económicamente, logre independizarse de los protocolos y trabaje en una historia mejor.

Con suerte los cambios de la época logren ampliar el campo de trabajo, las condiciones y los recursos de los mangakas y animadores; así veremos con mayor frecuencia el crecimiento argumental que las mujeres merecen y que el público de occidente exige.

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